La industria láctea no logra salir de su laberinto, la suba de costos, sumado a la caída en el consumo en el mercado interno junto a los precios congelados en las góndolas, hacen del negocio una tarea imposible. Según detalló recientemente el Centro de la Industria Lechera (CIL) el sector está “frente a una de las crisis más severas de la historia”. Ante la imposibilidad de trasladar la suba de costos “muchas empresas están al borde del colapso por el quebranto de sus balances” y justamente eso se reflejó contundentemente en la firma Mastellone Hnos. quien informó que en el primer semestre del año perdió más de $1.100 millones.

Según detallan desde la empresa láctea, desde noviembre de 2019 a la fecha pudo aplicar un incremento de sólo el 3% en sus listas de precios, otorgado a finales de julio. En tanto el incremento de los principales costos operativos durante el primer semestre de este año se ubicó en alrededor del 28%.

Actualmente Mastellone es la líder nacional en procesamiento de leche fluida con más de 3,3 millones de litros al día. El 90% de su negocio proviene del mercado interno y por eso repercute tan fuerte la imposibilidad de trasladar parte del incremento de costos en las góndolas. La empresa también exporta, pero lo cierto es que el mercado internacional actualmente presenta precios deprimidos producto de la crisis económica global derivada de la pandemia.

Este panorama es prácticamente calcado en tantas otras empresas del sector y la crisis ya no distingue a multinacionales de locales, ni grandes de pymes. Por ejemplo, Danone, la firma francesa que en la Argentina juega en el negocio de los postres y yogures, solo durante el año pasado, su casa matriz tuvo que inyectarle 110 millones de euros para compensar la rentabilidad negativa. La empresa que está presente en el país desde 1994, tuvo que afrontar pérdidas por primera vez en 2018 y 2019.

La realidad es que el panorama que atraviesan hoy las empresas lácteas se agravó a partir de la pandemia de coronavirus pero los problemas comenzaron hace más de dos años atrás y se agudizaron en 2019 junto con la debacle económica que experimentó la Argentina producto de las mega devaluaciones de la moneda.

A este escenario también se le suma la más que preocupante caída del consumo en el merado doméstico. Según fuentes industriales, desde el 2010 a la fecha el yogur perdió presencia en el 24% de los hogares del país, lo que significa que más de 3,2 millones de familias argentinas dejaron de consumir este alimento considerado esencial.

La disminución en el consumo de productos lácteos encuentra un paralelismo, según detalla la consultora Claves, al considerar la tendencia declinante del PBI, que se redujo 13 % durante la última década.

Para colmo de males, las empresas lácteas atraviesan además un duro enfrentamiento con Atilra, gremio que nuclea a los empleados del sector que reclama un aporte extraordinario de $16.000 por cada empleado y “a las cuentas generales del sindicato sin un fin específico”, según detallan desde el sector industrial.

En este marco el gremio presiona con medidas de fuerza y quite de tareas que redundarían en el desabastecimiento en las góndolas locales (ver recuadro). “Las empresas lácteas están haciendo un gran esfuerzo para otorgar un aumento al básico del 13,6%, más una suma no remunerativa de 4% en agosto y septiembre, 8% en octubre y noviembre; y 12% en diciembre, lo que implica un incremento total de un 28%. Ello satisface el pedido sindical en materia salarial, y supera a la mayoría de los acuerdos paritarios firmados en este año”, detallan desde la industria.