Sabe el gobierno que la posibilidad de que un aval de este tipo pueda lograrse, será con el apoyo de los Estados Unidos; ya que es imposible que sin los votos de ese país se consiga una alteración de lo que limita el estatuto del FMI. Y preocupaba en la Casa Rosada la falta de contactos financieros concretos con la aún flamante administración Biden, la que por ahora no demostró tener a América Latina en sus prioridades internacionales. Salvo con México; país con cuyo gobierno el demócrata buscó sostener muy buena relación desde su propia asunción, para diferenciarse de los ruidos de Donald Trump con ese estado. AMLO tiene un línea directa con su par norteamericano, la que por ahora se utiliza para cuestiones vinculadas a la circulación de personas y la pandemia. Se comprometió ayer en el marco de la visita de Alberto Fernández a México a introducir el tema en su dialogo con Biden. Luego será cuestión de los contactos locales con el demócrata aceitar la relación.
Por ahora el puente entre Argentina y la administración Biden no está aceitado. Sin ser mala, se reconoce en Buenos Aires que no hay solidez en el dialogo, y que luego de aquel muy buen contacto diplomático entre Fernández y Biden vía telefónica de comienzos de diciembre del 2020 (cuando el norteamericano aún no había asumido), no hubo mayores novedades. Y que la relación más fluida es la que mantiene el ministro de Economía Martín Guzmán con la secretaria del Tesoro, Janet Yellen. El esposo de la funcionaria, George Akerloff, compartió en 2001 el premio Nobel de Economía con Joseph Stiglitz (y Michael Spence); y fue uno de los economistas extranjeros que ponderó las negociaciones que el país mantenía con los acreedores extranjeros. Todos los mencionados trabajaron o trabajan en el grupo de investigaciones que dirige Stiglitz en Nueva York. Pero además, Akerloff, fue durante 15 años asesor externo del FMI, con el que mantiene relaciones directas y sólidas. La carta puede ser jugada en cualquier momento, pero se necesita del aval del propio Biden para poder discutir flexibilizaciones ante el FMI.
Por ahora el presidente de Estados Unidos no se involucró con el organismo financiero internacional. De hecho mantiene como embajador de su país ante el FMI a Marc Rosen, exhombre de Wall Street y el delegado designado por Donald Trump; y la persona que le abrió a la Argentina la puerta para el acuerdo negociado entre Mauricio Macri y el expresidente republicano.
La gestión de AMLO con BlackRock fue ejecutada en junio de 2020, luego de un pedido personal de Alberto Fernández para que intercediera con Larry Fink. El jefe de BlackRock es uno de los principales inversores externos en México, y desde ese rol logró establecer buenas relaciones con todos los presidentes mexicanos. López Obrador dijo públicamente en aquellos tiempos que Fernández, “sabía que yo tenía buena relación con Larry Fink que ellos estaban buscando una negociación de su deuda y que ya tenían un dictamen de cuánto podrían reconocer de la deuda y que él quería cumplir, que no quería firmar nada y luego que se incumpliera con las obligaciones, que se aceptara la propuesta de ellos”. Agregó que le habló al líder de BalckRock, “que es una buena persona”, para preguntarle si estaba al tanto de ello, a lo que el director del fondo le dijo que no dependía sólo de él pero que propondría al consejo una disminución del 50-55%”. En aquel momento la oferta argentina era la de pagar el 41% de capital. La gestión de AMLO no llegó a buen puerto. Con el tiempo los contactos que llevarían a un entendimiento fueron los del ex YPF Miguel Gallucio, con muy buena relación con Fink en su paso por la petrolera (BlackRock es uno de los accionistas privados); quién fue el que trajo la oferta final que aceptaría el norteamericano.: 54,8%.