WASHINGTON — El presidente Donald Trump aceptó el ofrecimiento que le hizo su homólogo ruso, Vladimir Putin, durante una llamada telefónica el pasado lunes, confirmó a la Voz de América un alto funcionario de la Administración estadounidense.
El cargamento consta de equipos de protección personal y suministros médicos que se pondrán en uso tan pronto como los apruebe el organismo regulador .
Si bien algunos gobernadores del país han denunciado la falta de material médico en sus hospitales debido a la pandemia, la Casa Blanca fue extremadamente hermética con los detalles.
De hecho, no informó ni de la hora ni del lugar de llegada de la aeronave, probablemente, para evitar que haya imágenes del momento y minimizar, así, la propagación de una noticia que puede mostrar debilidad de la Administración. No hay que olvidar que solo quedan siete meses para las elecciones presidenciales en que Trump busca revalidar su mandato.
Moscú, por su parte, hizo todo lo contrario y facilitó a los medios gráficos el acceso al despegue del avión, la pasada madrugada. Además, el Kremlin se aseguró de mandar un mensaje de poderío enviando a la principal potencia mundial el cuarto avión más grande que opera en el mundo, un Antonov An-124-100, repleto de cajas con provisiones.
“Es importante tener en cuenta que, al ofrecer ayuda a los colegas estadounidenses, el presidente (Putin) entiende que, cuando los fabricantes estadounidenses de equipos y materiales médicos hayan tomado impulso, ellos también podrán correspondernos si es necesario”, señaló el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
Después de la llegada del avión, la embajada de Rusia, así como las misiones permanentes del país ante la ONU y la OTAN, compartieron videos y fotografías del avión de carga ruso, con mensajes que destacan que se trata “un momento histórico” y que es el “mayor avión de carga de Rusia” el que llegó con esta “ayuda”.
Desde la parte estadounidense, no se compartió material gráfico del momento. Sin embargo, la portavoz del departamento de Estado de EE.UU, Morgan Ortagus, sí se pronunció para dar una versión diferente a la ofrecida por Rusia.
“Estados Unidos ha acordado comprar de Rusia provisiones médicas necesarias, que incluyen respiradores y equipamiento de protección personal”, señala el comunicado de Ortagus. Es decir, que descarta que se trate de una donación de ayuda como señala la parte rusa.
Después de estas declaraciones, el jueves, la portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajárova, apuntó que la mita del material médico enviado corrió a cargo del gobierno ruso y la mitad restante la pagó el Ejecutivo estadounidense.
Trump dijo el lunes que Rusia ya había mandado un avión de carga con material médico y tildó el gesto de “muy bonito”. Pero la Casa Blanca no confirmó a la Voz de América si el envío que llegó este miércoles se trata de un segundo cargamento, tal y como indican medios rusos.
El pasado viernes, Trump invocó la Ley de Protección de Defensa para obligar a empresas del sector privado a que produzcan material médico esencial, como respiradores. El presidente dijo que Estados Unidos enviará las unidades que no necesite a otros países que los requiera, aunque la Administración pareció recular sobre esta posibilidad más tarde ante la seriedad de los pronósticos en la propia nación.
De momento, Rusia no está entre las naciones más afectadas por el coronavirus —2.777 casos y 24 muertos—. Sin embargo, se ha cuestionado que estas cantidades reflejen la realidad, puesto que, en enero, el número de pulmonías reportadas en Moscú aumentó un 37% respecto al año anterior, según cifras de la agencia estadística de Rusia (Rosstat).
Además, existen dudas sobre si el sistema sanitario, de herencia soviética y poco modernizado desde entonces, será capaz de absorber el impacto de una crisis como la que se está dando en otros países.
Estados Unidos, que tiene algo más del doble de la población de Rusia, ronda ya los 200.000 casos de COVID-19 y el número de muertos supera los 4.000. Sin embargo, las autoridades sanitarias pronosticaron que la cifra de fallecidos podría llegar hasta los 240.000. Esto, en el caso de que los ciudadanos respeten las pautas de distanciamiento social recomendadas por la Casa Blanca hasta el 30 de abril.