El primer acto para mejorar la relación la dio el propio gobierno el domingo pasado, al anunciar que el Bank of América y el HSBC, serán los bancos colocadores. La recepción personal a los bonistas, es el segundo acto. El tercer momento, serán las reuniones particulares que los fondos mantendrán con los dos bancos contratados para la colocación; los que, junto con Fernández, Guzmán y un puñado limitadísimo de funcionarios, son los únicos que conocen la oferta que hará el Gobierno en los próximos días. Para estos encuentros, el Bank of América y el HSBC están desplegando en Buenos Aires verdaderos bunkers de preparación de la documentación que se desplegará para establecer las condiciones de negociaciones para que el proceso sea exitoso.En el caso del HSBC, llegó ya a Buenos Aires Gerardo “Gerry” Mato, CEO regional del banco, quién personalmente se podrá al frente del desafío. Mato, también argentino, tiene su historia reciente con la crisis financiera. Una de sus últimas visitas al país fue antes de las elecciones PASO de agosto del 2019; donde cuestionó los diagnósticos del anterior CEO local del banco, Gabriel Martino, quién aseguraba una buena fortuna electoral para Mauricio Macri. Mato (que contaba con sus propios asesores) anticipaba una elección más reñida y una posibilidad cierta de triunfo de opositor, pronosticó una inflación de más de 40% para el 2018 un salto del dólar ante la posibilidad de un triunfo opositor en las PASO, y, lo más importante, la necesidad de una posible reestructuración de la deuda si vencía Alberto Fernández. Antes le había prohibido a Martino continuar con el financiamiento del Programa de Participación Público Privada (PPP) para concretar proyectos de obra pública. Fue también quien dispuso un cambio en la cúpula de la entidad, con la mudanza de Martino a Londres (a quién había defendido en los peores años de embestida kirchnerista) y la llegada de Juan Marotta como CEO local. Ahora, triunfador en sus pronósticos y sus decisiones, Mato será la “Lethal Weapon” que el HSBC desplegará para su actuación en el proceso de reestructuración de la deuda.
Los tenedores de la deuda argentina comenzaron a llegar al país desde el viernes pasado, desafiando cualquier amenaza de coronavirus y de potenciales problemas de visibilidad pública. Se comenta en la plaza hotelera más exigente de la ciudad, que las habitaciones más importantes están absolutamente colapsadas, así como las salas de reuniones de los bussines center. Cuentan empleados de esos hoteles que nunca vieron semejante tecnología informática y de comunicaciones; y las órdenes de los gerentes de los establecimientos de mantener el más absoluto secreto sobre lo que se ve y escucha. Una de los equipos más sofisticados que se están viendo en estos días, traídos para la ocasión por los propios acreedores, son las pantallas transparentes de 42 pulgadas que combinan la posibilidad de desplegar cuadros, diseñar gráficos, escribir textos, recibir ordenes verbales y comunicarse vía satelital con las sedes de Nueva York, California o Londres. Semejante demostración de tecnología inédita en el país, tiene su justificación. Muchos de los acreedores se juegan, en algunos casos, hasta u$s 5.000 millones en un puñado de bonos comprados durante el macrismo; y por esto decidieron desplegar durante estas semanas en Buenos Aires sus principales armas humanas negociadoras y a toda la tecnología que sea necesaria. Son los jugadores de póker que tanto promocionaron desde el gobierno con los que se deberá negociar, y de los que, en definitiva, dependerá que el país caiga o no en default.