Una Multitud de Fieles renovó la Fe ante la Virgen y el Cristo del Milagro

Las imágenes comenzaron a salir puntuales de la Catedral Basílica, para recorrer los aproximadamente 2,5 km junto a los fieles que se congregaron principalmente en Plaza 9 de Julio y en el Monumento 20 de febrero, sin embargo, durante todo el trayecto se vio la presencia de una feligresía que dijo presente.

Caía la tarde cuando monseñor Mario Cargnello, de forma previa a celebrar un nuevo Pacto de Fidelidad, dejó palabras que señalan la necesidad de terminar con la violencia, “terminemos con el atropello y el insulto en nuestras familias. No nos acostumbremos a la violencia”, dijo.

En otro momento de su discurso el arzobispo señaló “no estamos llamados a sobrevivir, sino a vivir plenamente”, fue una de las frases resonantes del mensaje. El texto insistió en que, hoy más que nunca, los discípulos de Cristo deben afirmar su esperanza en medio de un mundo que ha sido muchas veces decepcionado por promesas incumplidas y amores abandonados.

La figura de Cristo fue destacada como “Él es el que era, Él que es y el que vendrá”. Desde esta fe, invitó a cada creyente a “hacer pie” en Dios Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, y vivir desde allí una vida comprometida con el amor, la justicia y la paz.

Llamó a los jóvenes y las familias, haciendo mención al rol protagónico de los jóvenes en este Año Santo, instándolos a ser “originales, no fotocopias”, llamados a vivir con autenticidad su fe y sus valores. Se evocaron figuras de santos jóvenes que eligieron buscar lo alto, sin mendigar la vida, y se los animó a seguir su ejemplo. Hizo un firme llamado a los padres y madres a criar a sus hijos con amor, respeto y educación integral, lejos de la violencia y de las adicciones, a las que se describió como “mercaderes de la muerte”.

La homilía apuntó a la realidad social actual, con referencias a la degradación de los vínculos humanos, la violencia callejera y los conflictos bélicos. Sin embargo, ante este panorama, se invitó a no perder la fe: “La última palabra la tiene el Señor de la vida”. El pacto de Fidelidad celebrado cada 15 de septiembre se propone como una conjunción de libertades unidas por la esperanza y la voluntad de construir una sociedad más justa. “El pacto se convierte en una siembra diaria de paz y fraternidad”, se afirmó, llamando a pasar “del insulto al buen trato, del egoísmo al servicio”.

Finalmente, expresó el deseo de que este pacto sea una fuente de transformación personal y colectiva.

“Señor, cuenta con nosotros para sembrar un mundo de paz, donde el respeto a los demás sea una tarea diaria”, concluyó el mensaje.

Pasadas las 20,15 la sirena, el repique salteño de campanas y los pétalos rojos marcaban que el Señor del Milagro recibía los pañuelos al viento y en alto, de su pueblo. Hasta el año próximo, Señor y Virgen del Milagro.

Cargnello instó a que “el corazón de Salta se ponga al servicio de todos”

En un ambiente de recogimiento y expectativa por la renovación del Pacto de Fidelidad, el obispo de Salta presidió la tradicional misa del último día del Triduo de Pontificales, con una reflexión social, invitando a los fieles a vivir este tiempo no como un evento aislado, sino como una experiencia de conversión personal y comunitaria.

“Cada celebración del Milagro es una oportunidad para volver al Señor. No es un acto de magia, sino un proceso de reconstrucción desde el corazón, ese corazón que conoce, que ama y que busca”, expresó, citando la Escritura: “Les daré un corazón para que me conozcan”.

También, frente a las autoridades de la Provincia encabezadas por el gobernador Gustavo Sáenz, y de la Municipalidad capitalina por el intendente Emiliano Durand, el arzobispo de Salta, Mario Cargnello elevó una visión esperanzadora del papel de la provincia: “Que el corazón de Salta se ponga al servicio de todos. Que el Milagro no nos encierre, sino que nos impulse a salir. Esta es la misión de nuestra tierra: abrirse, abrazar, servir”. También recordó a los peregrinos y a lo que acercan cada uno a las celebraciones del Milagro. En un repaso de la historia espiritual del Milagro, identificó tres etapas fundamentales: una primera marcada por la indiferencia hacia las imágenes, una segunda provocada por los terremotos que despertaron la mirada creyente del pueblo, y una tercera en 1845, cuando se formuló por primera vez el Pacto de Fidelidad, que hoy sigue siendo el centro de la vida religiosa de Salta.

Finalmente, concluyó con una invitación al compromiso: “Dios no entra en nuestra vida para que nos quedemos cómodos, sino para movernos al encuentro. Cuando Dios entra, nace un ‘nosotros’. Eso es lo que celebramos: que aún hoy, en 2025, el Señor vuelve a mirarnos y a decirnos: soy de ustedes”.

FUENTE: NUEVO DIARIO DE SALTA