Renta inesperada: el proyecto encontrará en Diputados un terreno árido para avanzar

Para congraciarse con el ala kirchnerista y progresista del Frente de Todos, luego de desestimar la propuesta de incrementar las alícuotas de retenciones para desacoplar precios, el Gobierno anunció que enviará al Congreso en el corto plazo el “impuesto a la renta inesperada”.

Pese a la expectativa que esa medida genera en un sector del oficialismo para capturar parte de los ingresos excepcionales que las empresas obtuvieron como consecuencia directa de la guerra entre Rusia y Ucrania, lo cierto es que la iniciativa encontrará en la Cámara de Diputados un terreno árido para avanzar.

Allí el oficialismo, sin contar al presidente de la Cámara baja, Sergio Massa (que solo vota en caso de desempate) tiene apenas 117 votos. A favor del proyecto podrían anexarse los votos de los cuatro diputados del Frente de Izquierda y -con mucho viento a favor- los seis del interbloque Provincias Unidas. Hasta allí 127, dos menos de los necesarios para evitar una dura derrota.

El riesgo de servirle en bandeja a Juntos por el Cambio una victoria, con los principales exponentes de ese espacio vanagloriándose en los medios de comunicación de haber impedido la creación de un nuevo impuesto, es evidente. Por eso cerca del titular de Diputados, conocedores de los posicionamientos de las distintas fuerzas parlamentarias, se muestran cautelosos y le hacen llegar al Gobierno sus prevenciones respecto del proyecto de “renta inesperada”.

En un brindis por el Día del Periodista en el bajo recinto de la Cámara baja, Massa tomó algo de distancia de la iniciativa y se excusó de emitir opinión bajo el argumento de que el proyecto aún no había entrado y que por ende no lo había leído. También hay diputados del oficialismo que provienen de provincias donde los complejos agroexportadores son la principal fuente de ingresos que no están demasiado convencidos, aunque eventualmente pesaría sobre ellos la disciplina partidaria.

Para el kirchnerismo es una cuestión de principios y colocan esta iniciativa en la misma línea del aporte extraordinario a las grandes fortunas que se cobró el año pasado, y también en la misma frecuencia del proyecto para repatriar capitales fugados y crear un fondo para pagarle al FMI. La iniciativa de “renta inesperada” se concentra sólo en empresas y alcanzaría al 1% de las compañías que operan en el país.

Deberán pagarlo empresas con Ganancia Neta Imponible o Ganancia Contable superior a $1.000 millones y cuya Ganancia Neta Imponible haya crecido en términos reales y que cumplan con una de estas condiciones: margen de ganancia (ganancia contable sobre sus ingresos) en 2022 superior al 10%; y aumento del margen de ganancia en 2022 en relación al 2021 de al menos 20%.

La alícuota será de 15% y se aplicará a la renta inesperada (Ganancia Neta Imponible mayor en términos reales a la del 2021). Se aplicará sobre el ejercicio fiscal 2022 y se pagará en 2023. Serán afectadas por este nuevo impuesto aquellas empresas que cumplan las condiciones definidas según balances finalizados luego de la sanción de la ley y durante un año a partir de esa fecha.

“La forma de pagarlo será con el Impuesto a las Ganancias y el destino será un fondo de rentabilidad para que la Nación y las provincias puedan contar con esos recursos”, había detallado el ministro de Economía, Martín Guzmán, durante una conferencia de prensa que compartió con el presidente Alberto Fernández para anunciar esta medida.