El arzobispo Monseñor Mario Cargnello en su habitual homilia pidió profundizar un «pesebre verdadero» el cual está «en el corazón de cada uno, en la medida que se rompan las ataduras de los egoísmos, las soberbias, los desprecios, las ambiciones desmedidas y los proyectos de atropellos».
En ese sentido recordó que el papa Francisco en su apertura del Año Santo del Jubileo 2025, resaltó que «es un clamor a abrirse a la misericordia, para convertirse en la misericordia de Dios que viene ante una humanidad caprichosa, que sigue cerrada en sus desencuentros, dolencias, guerras, en la droga maldita que destruye vidas».
Luego, ya en un mensaje en canal 11, dijo que «la patria necesita que el corazón se abra a que el niño nazca y que crezca tiene que abrirse a todos los argentinos».
«Basta de agredirnos, a veces en el modo de trabajar en la política, bueno, el conflicto aparece permanentemente, ese mojar se lo oreja, no es cierto. Sería bueno que bajemos el tono y que pensemos que es necesario colaborar», acotó.
Y paso siguiente lanzó un guiño a los seguidores del gobierno libertario: «Gracias a Dios uno ve que mucha gente está comprando, eso revela que hay algo de esperanza y podemos pensar en un mañana mejor».
Posteriomente, desde una comoda oficina, el arzobispo, en su afán de destacar a los «héroes anónimos» de la sociedad, agradeció públicamente a los enfermeros, a los que reparten comida a los pobres y a aquellos que cuidan los edificios públicos. «Hablar de tres sectores sociales, pero tantos sectores sociales que hacen tanto bien», dijo.
Pidió, asimismo, un «cambio de actitud», pero vale preguntarse si está dispuesto a cambiar primero él mismo. Tal vez la soberbia que denuncia debería empezar por mirarse en el espejo, cuestionando su cercanía al poder que históricamente ha beneficiado a unos pocos, en lugar de trabajar para abrir el corazón de todos.
FUENTE:OPINORTE