La apertura controlada de los distintos sectores productivos del interior del país se enfrenta por estas horas al dilema de que, pese a la esperanza de los gobernadores en que las finanzas locales comiencen a recuperarse lentamente recién a partir de junio, el contexto general del país y del mundo podría neutralizar o retrasar la aparición de cualquier síntoma de mejoría en una economía con las defensas bajas mucho antes de la llegada del coronavirus Covid-19.

Pese a las diferencias regionales y políticas, hay coincidencia en que si la pandemia sigue como hasta ahora, tanto a nivel universal como local, las provincias se encaminan hacia una crisis similar -o peor según recientes estimaciones del ministro de Finanzas de Córdoba, Osvaldo Giordano- a la del 2001, cuando las finanzas públicas y el sector privado se deterioraron a niveles dramáticos.

La otra gran arista de esta pandemia económica es la profundización del “estrés” fiscal que se agranda a medida que se extiende la cuarentena.

Las dificultades de la Nación y de las provincias para sostener un escenario de solvencia fiscal se fueron agrandando con el correr de los días. En términos generales, los ingresos de los distritos tuvieron un repliegue en abril del 20%, y los nacionales un 25%, descontando la inflación.

La proyección de la consultora IARAF que lidera Nadin Argañaraz, señala que el IVA muestra una pérdida real del 24,8%; y Ganancias, del 14,6%.

En cuanto a los ingresos propios, la situación de las provincias habrá expuesto en abril quizás el peor resultado de los últimos tiempos: ingresos brutos, el principal impuesto subnacional, acumula una caída del 23%, empujada por la parálisis general de la actividad.

A esta altura ya no es ninguna novedad que Buenos Aires reconocerá un desplome superior al 42% en su recaudación, lo que implica un dramático retroceso en el proceso de mejoría que pareció vislumbrar el distrito gobernado por Axel Kicillof hacia principios de año.

No es el único caso: Río Negro espera una caída real del 53,8% y Neuquén, del 58%.

Son todos porcentajes en los que incide también, en rigor, la postergación en el pago de tributos locales dispuesta por los mandatarios para aliviar el bolsillo de los contribuyentes, así como los diferimientos y exenciones impositivas otorgadas para aliviar a los privados.

Y allí es donde surgen otros interrogantes. ¿Podrán los gobernadores salir a buscar financiamiento cuando haya pasado el trauma de la cuarentena? Y en ese caso ¿quién le prestaría a un Estado cuya recaudación propia y coparticipación se desploman sin límite a la vista en un país, además, en la cornisa del default?

Deudas

Por lo pronto, las provincias con deudas en moneda extranjera aceleraron este mes los procesos de reperfilamiento de los vencimientos; algunos con estrategias idénticas a las del Gobierno nacional, como Buenos Aires que, en la búsqueda de renegociar una deuda heredada de u$s7148 millones y frente al vencimiento del viernes pasado de u$s 110 millones, tiene poco menos de diez días de gracia para acordar con acreedores o caer en default.

La administración del cordobés Juan Schiaretti avanza en el diseño de una propuesta para reestructurar la deuda provincial, que tiene los vencimientos más pesados en 2021. En esa línea, mantiene conversaciones con el Gobierno nacional. “Piden que se haga una propuesta seria y equilibrada, con una proyección realista y que no sea oportunista por la situación de Nación, y en ese marco entablar el diálogo con los tenedores de títulos”, aseguró el ministro de Finanzas, Osvaldo Giordano, a La Voz.

Otros, como Mendoza o Neuquén, impulsan planes propios de acuerdo con los bonistas más allá de las recomendaciones del ministro Martín Guzmán. Prefieren evitar por todos los medios una confrontación directa con los acreedores, acaso con la esperanza de que cuando soplen mejores vientos puedan retomar la senda del endeudamiento.

“No nos sirve pelearnos, tampoco hablar de quitas, porque la provincia está en mejores condiciones que Nación y por ahora no debemos evitar abrir nuevos frentes de conflicto con un sector que es clave para la recuperación post-pandemia”, interpretó otro ministro de Economía, en este caso de una provincia cuyos vencimientos de deuda en moneda extranjera operan recién en 2021.

Los distritos que tienen que afrontar compromisos de pago este año son, además de Buenos Aires, Mendoza y Neuquén, la Ciudad de Buenos Aires y Tierra del Fuego, por un total de u$s1200 millones, de los cuales u$s816 millones corresponden a vencimientos bonaerenses.

El próximo año, en tanto, será el turno de Santa Fe, Córdoba, Chaco, Chubut, Entre Ríos, La Rioja, Río Negro y Salta, por unos u$s 2200 millones. Con todo, el rojo fiscal se agranda y obliga a varios gobernadores a atar gran parte de las finanzas locales a la ayuda de la Casa Rosada -por ahora traducida en un desembolso global de $120 mil millones (60 mil millones en ATN y otros 60 mil en formato de préstamo)-, para contrarrestar la caída de la coparticipación, que en abril se ubicó en el 18,9%. Un importante funcionario nacional, con despacho cercano al área que articula la relación con las provincias, explicaba que aquellos distritos con superávit crónico, como Formosa o Santiago del Estero, podrán hacerle frente con menos sufrimiento a la caída de recursos nacionales. Otras, en cambio, donde los ingresos nacionales representan cerca del 80% de la caja, están frente a un escenario de mayor incertidumbre y de mayor dependencia de una mejora general.

“Es un año muy complejo para la inversión pública pero no por eso vamos a dejar de trabajar en el proceso de calidad de la inversión pública. Eso se logra con orden fiscal, que lo veníamos logrando. Lo importante es no dejar de hacerlo”, aseguró el ministro de Hacienda de Mendoza, Lisandro Nieri.

El funcionario del gobierno del radical Rodolfo Suarez reconoció que deberán ser “más eficientes que nunca en la administración de recursos y en la alta dependencia que tenemos del Gobierno Nacional, que ha largado una asistencia a través de ATN del orden de los 5.000 millones de pesos de los cuales recibimos una parte y habría otra en camino”.

“Mayo va a ser mucho más complejo, no podemos dar certeza incluso del pago de los salarios”, advirtió en línea con la matriz generalizada a esta altura en todas las provincias, incluso en aquellas con las finanzas más oxigenadas.

Hay, por último, un lote de distritos con economías más “independientes”, como las petroleras, con un porcentaje de recursos propios mayor al de origen nacional por efecto del cobro de regalías (hoy en retroceso); o la misma Ciudad de Buenos Aires, cuya economía de servicios representa el 70% de los fondos de caja mensuales.

“Cuando esto pase, el gobierno de (Horacio Rodríguez) Larreta se recuperará más rápido que muchos otros distritos”, presagió un funcionario de la Jefatura de Gabinete nacional.

Y agregó: “Para entonces, tanto la Nación, como las provincias y los municipios deberíamos avanzar obligatoriamente en acuerdos sociales integrales. El escenario se torna incierto, ya que tampoco podemos saber cuánto durará esta etapa a nivel mundial”.

Diversidad

El escenario muestra algunas particularidades. Los empresarios del interior –pymes y no tan pymes- se quejan de que la ayuda nacional no llega, las economías regionales atadas a las exportaciones (los limones tucumanos, los vinos cuyanos, las frutas de la Patagonia, etcétera) chocan con el cierre del mercado global y los gobernadores apuestan a fortalecer la inversión pública en un contexto de caída meteórica de recursos. Inviables contradicciones.

Sólo resisten algunos sectores que entraron en la franja de “esenciales”, como el de la yerba mate que pese a la caída general del consumo registró sólo un seis por ciento menos de ventas en el mercado local, según datos del Instituto Nacional de la Yerba Mate, manteniendo a flote una industria vital de provincias como Misiones y Corrientes.

También está el caso de cultivos que mueven la economía de una región, pero dependen de procesos industriales que se realizan en distritos con una mayor complejidad productiva. Un ejemplo es el tabaco: Salta es el mayor productor y puede trabajar en los protocolos para reactivar la actividad, pero las dos mayores plantas, Massalin y Bat, están ubicadas en las localidades bonaerenses de Merlo y Pilar, respectivamente, y continúan cerradas.

El ingreso gradual hacia la “nueva normalidad” de más de una docena de distritos contrasta con la continuidad estricta en mayo de la cuarentena en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano: una porción clave -aunque no determinante- del mapa económico nacional que concentra el 60% de los casos de coronavirus.

¿Podría ocurrir un fenómeno de recuperación independiente mientras el AMBA mantiene su letargo a la espera del fin del confinamiento?.

Muchos distritos ganaron tiempo. Merced a la poca -o nula- cantidad de casos positivos, o al aplanamiento de la curva de contagios habilitaron en los últimos días, bajo estrictos protocolos sanitarios, la construcción privada, una mayor franja de comercio minorista, servicios de estética, actividades de esparcimiento y decenas de rubros que mueven, en principio, la economía doméstica.

“Creemos que puede haber una mejora a fines de mayo. Y esperamos que eso ocurra, sobre todo porque aquí se comenzó a flexibilizar antes que otras jurisdicciones. El comercio en general debería mejorar, también la minería que vuelve a funcionar”, evaluaron desde el gobierno jujeño donde confían que esta apertura productiva derive en un alivio en términos financieros.

La situación sigue siendo crítica en sectores que marcan el pulso de los ingresos propios, como las economías regionales que dependen en gran medida del mercado interno, el turismo o el petróleo, cuya recuperación está atada a factores tanto locales como universales, como la suspensión de los vuelos y la caída internacional del precio del crudo que, sumado al desplome del consumo en tiempos de aislamiento, empuja a las provincias petroleras al borde del abismo.

En abril, según estimaciones privadas, el impuesto a los combustibles tuvo una caída real del 50%, que se explica en el derrumbe del consumo.

“Sin duda la apertura de cada actividad suma. Pero sin turismo y con la situación del petróleo, la recesión en la provincia es y será muy profunda los próximos meses”, arriesgó un ministro de Hacienda de uno de los estados productores de hidrocarburos.

Tampoco la reactivación anunciada días atrás de plantas de componentes automotores de Córdoba y Tucumán -cuya producción se destina en un 100% al mercado de exportación mientras otras sedes propias ensamblan el modelo final- soluciona el problema de una industria que ya venía golpeada desde 2018.

Sí alivia porque, como ocurre con la actividad comercial exceptuada, permitirá contrarrestar algo de la caída del orden del 14% que venía registrando la base impositiva declarada de estos rubros.

Por último, la situación que vimos los últimos días en distritos como San Luis, Misiones y Corrientes que debieron volver a poner a resguardo a la población tras haber concedido cierto margen de apertura, puso de relieve las dificultades para realizar proyecciones apresuradas de reactivación económica: un rebote en los casos en sitios donde los contagios parecen estar más controlados puede cambiar los planes de un día para otro.

Muchos frentes económicos abiertos y una sola certeza: que el Covid-19 torció el rumbo de los planes de todos los gobernadores, que a poco más de 90 días de haber asumido deben lidiar con un enemigo invisible cuyo daño pondrá a prueba si estuvo bien resuelto el dilema entre la salud de la población o la de la economía. Solo el tiempo lo dirá.