Con el objetivo de evitar controles a la exportaciones y su rentabilidad,desde el sector que concentra los cupos de exportación comenzaron a operar con un informe de la Fundación Mediterránea sobre el panorama proyectado para el 2020.

En el mismo se trata de condicionar y evitar el control y la intervención del Estado que debe garantizar que los Argentinos tengan acceso al consumo de carne en un costo accesibles para todas las familias, y no como ocurre actualmente donde se beneficia a las concentradoras y exportadoras de manera obscena.

Por tal motivo, “si la producción de carne no crece el próximo año, la disponibilidad para el mercado interno se reducirá casi con seguridad, y la mayor competencia por el producto (ahora más escaso) exigirá un ajuste ascendente de precios para equilibrar el mercado”.

De concretarse la suba estimada en los envíos al exterior las exportaciones se ubicarían en un millón de toneladas, la entidad supuso tres escenarios respecto a la producción de carne, en la cual estipula que no haya crecimiento y se mantenga en las 3,13 millones de toneladas o que crezca o baje 5%.

De darse una baja en la producción de 5%, el mercado interno recibiría 330.800 toneladas menos; si se mantiene en los mismos niveles de este año, la oferta interna se vería reducida en 174.200 toneladas; y si crece 5%, habría 17.771 toneladas menos.

En todos los escenarios descriptos se prevé una caída de los envíos de carne vacuna al mercado interno de incrementarse las exportaciones, por lo que un ajuste en los precios sería inevitable y el mismo se daría por una cuestión estacional a finales de este año y principios del que viene.

Según cámaras del sector, la suba del kilo vivo tendría que ubicarse entre 20% y 40%, precio que deberá trasladarse a las góndolas.

Ante este panorama, desde el Ieral consideraron que “el (próximo) gobierno puede verse tentado en intervenir el mercado de exportación a los efectos de limitar el proceso, redirigir producción hacia el mercado interno y de esa manera contener la suba de los precios”.

“A corto plazo, puede ser efectiva para calmar precios pero a largo tiene los efectos justamente contrarios; el desaliento de las exportaciones deriva en menor precio de hacienda y en desincentivo a la inversión en el eslabón productivo más importante que tiene la cadena, el productor ganadero, por lo tanto, transcurridos los años la cadena termina con menor producción y por lo tanto la escasez vuelve a aparecer en el futuro”, explicó.

Sin embargo, consideró que “lo que sí puede hacer el gobierno y tiene herramientas para ello es defender el poder de compra o de consumo de las familias de los segmentos más vulnerables, es decir, actuar por el lado de la demanda, fortaleciendo ingresos o modificando condiciones de precios pero sólo para determinadas personas y familias”.