La gestión de Mauricio Macri recibió un INDEC sospechado en cuento a las cifras oficiales, y desde el primer momento le encomió a Jorge Todesca la tarea de normalizar las mediciones del organismo. Hay suficiente consenso sobre la gran tarea que realizó Todesca -su hija Cecilia forma parte de los equipos técnicos de Alberto– al frente del instituto, a tal punto que este sea quizás uno de los pocos hitos para resaltar en cuanto a la gestión del propio Macri.
La independencia del organismo resulta sustancial para la marcha de la economía, puesto que la transparencia de las estadísticas oficiales permiten generar números de consenso sobre los cuales comenzar a trabajar y son un plafón de lanzamiento para políticas públicas y para la actividad privada, al contar con cifras que permitan realizar previsiones y proyecciones económicas.
La manipulación de las cifras del INDEC comenzó en 2005, cuando por el entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno, intervino el organismo desplazando a varios de los directivos. Como la inflación no cedía, el kirchnerismo no tuvo mejor idea que modificar el diseño de la nueva canasta del IPC.
Aunque Moreno se encargó de insistir en que nunca intervino el organismo, su gestión provocó un colapso de las estadísticas oficiales y un manto de sospechas que eclipsó la tarea de los empleados técnicos del INDEC.
De hecho, para la medición del segundo semestre de 2013, el INDEC sostuvo que el índice de Pobreza alcanzaba solo al 4,7% de la población, y apenas el 1,4% era indigente. Claro que para mediciones privadas esa cifra ya rondaba al 25% de la población.
Alberto Fernández, quien dejó el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en julio de 2008, fue sumamente crítico de la intervención del INDEC y ya como candidato durante la campaña electoral de 2019 hizo permanente hincapié en la necesidad de mantener la independencia del INDEC.
De hecho, en junio de este año, ante una consulta de Radio Metro sobre el funcionamiento del INDEC el por entonces candidato a presidente del Frente de Todos aclaró que durante su participación del gobierno de Néstor Kirchner “no tuvo problemas”, y enfatizó que en la actualidad “está funcionando mejor que en los últimos años de Cristina”, en un claro guiño a la gestión de Todesca.
Aunque reconoce la tarea realizada por Todesca, Alberto Fernández se inclinó por Marco Lavagna, un economista de 45 años egresado de la Universidad Católica Argentina, que venía trabajando en el Frente Renovador de Sergio Massa, y que en estas elecciones integró la fuerza política de su padre para competir en las elecciones.